martes, 4 de diciembre de 2007

This is what you want, this is what you get instead.

Al día siguiente la despertó el teléfono. Para su sorpresa era GOW. Finalmente había vuelto a Buenos Aires: tenían que hablar urgente, así que “en 15” iba a estar en su casa.

Pasaron dos horas.

Finalmente cuando GOW llegó, Jijí lo hizo pasar. Había puesto un cd de Ricardo Arjona para la ocasión.
-Mirá Jijí, Yo sé que no tengo excusas, pero en realidad tengo una. Esto que te digo te juro que es verdad. Lo que pasó fue que con los chicos nos fuimos al casino y bueno... fuimos tres noches seguidas y a la tercera ya no tenía más plata. (Ella es de la Habana, el de Nueva York)
-Mmm... bueno, el tema de la plata, es un tema, te entiendo, pero yo tengo una duda. Sorry, pero ¿vos te creés que soy idiota? ¿no tenías ni un peso para llamarme? ¿Pero cómo puede ser? ¡Si después te quedaste con tu familia! ¡No me mientas que me lo dijo tu mamá! ¡Tu mamá me dijo que te iba a ver porque estaba preocupada! ¡Y ahora venís acá y me mentís así! ¡No ves que no me respetás!
Las palabras de bronca salían de la boca de Jijí a borbotones. No podían controlar sus nervios a la vez que un llanto compulsivo empezaba a hacerse presente.
- ¡No nena! Sí, es cierto lo de mi mamá, bueno, pero estaba re tensa. Se puso muy mal, así que no quise molestarla pidiéndole plata para llamarte.
- Mirá, a mi m...m... me pa... pa... parece muy bien que no (sniff) quie... quieras molestar a tu mamá. Pero yo s...s...siento que acá hay algo que n...n...no está muy bien. (acá Jijí dejó de llorar) Te lo digo bien, para que entiendas, sin faltarte el respeto. O sea, refraseo: ¿VOS PENSÁS QUE YO SOY BOLUDA?
-JIJÍ!! Por qué me hablás así?? ¡En serio nena! ¡Si sabés que te re súper amo!
-Bueno, yo estuve analizando un poquito la situación. Creo que una relación de noviazgo es una cosa muy seria. Aunque nunca diga nada. (Ella baila tropicana, a él le gusta el rock.)
-¡JIJÍ!!! ¡Para mi también, nena! ¡Mi chiquitita! Te juro que te quería llamar.
-Bueno. Pero no lo hiciste y no puede ser. Así nunca me respetás. Yo necesito que me respeten. (Ella es mulata hasta los pies, él rubio como el sol) Y creo que vos no sos lo suficientemente maduro para ser novio. Así que decidí que si no podés ser responsable y llamarme por teléfono, entonces tampoco podés disfrutar de las cosas buenas de la relación.
Todo esto no tenía mucho sentido para Jijí, y para GOW menos, pero ninguno de los dos entendía muy bien lo que decían, así que, Jijí continuó con el speech.
-Después de mucho pensarlo, llegué a una decisión. No pienso dar marcha atrás. Ahora, las cosas buenas de la relación las va a disfrrutar Andy.
-Jijí, ¿quién es Andy?
-Es mi nuevo friend de los United States. Y ahora disculpame, pero no quiero hablar más del tema.

La reacción de GOW no fue exactamente la esperada. De hecho, nada le pareció muy raro. No se enojó ni nada. Como si fuera habitual presentar un reemplazante. Pero era obvio que en este caso también hubo un problema de comunicación porque GOW seguía apareciendo todos los días como si fuera el novio y Jijí, que siempre le costó un poquitín decir que no, lo recibía con su mejor sonrisa. Parecía como si GOW se hubiera olvidado de Andy, nadie lo nombraba, como si no existiera... Hasta que un día GOW entró a la habitación de Jijí y la encontró poniéndose una base color mate en la cara. Tip tip tip, con suaves golpes Jijí trataba de aplicar la sustancia para tapar sus pequitas.
-Jijí, que estás haciendo?
-Tenía ganas de probar un nuevo look, me voy a tapar las pecas con esta base nueva que me compré.
-Ya veo, Jijí, me refiero a dónde vas...
-Ah... sí, claro. Bueno resulta que esta noche salgo, jeje, tengo una cita con Andy.
-No me parece Jijí, creo que te estás desubicando. ¿Y yo? ¿qué hago?
- Yo estoy muy bien ubicada, gracias. ¿Y vos? Vos te podés ubicar en el auto y pasarme a buscar. Te llamo cuando termine, ¿dale?

The more I talk about it, the less I do control.

Jijí encaró para la salida con rapidez y precisión. El chico puteaba a lo lejos, la imagen le trajo a la mente el recuerdo de ese otro chico del cole que había roto de una trompada la puerta del baño porque Jijí no quiso salir con él. En ese entonces le habían dicho que había sido su culpa por no haber sido lo suficientemente clara... ¿Y ahora? Siempre terminaba mal. Evidentemente había un problemita de comunicación.
Tan concentrada estaba en su huída que sin darse cuenta se llevó por delante a alguien.
-¡Ou! ¡Lo sientou! Iou nou vi tú...
Un rubio de casi dos metros de alto la miraba desde arriba. Jijí alzó la mirada y sus ojos brillaron de la emoción. ¡El rubio literamente resplandecía! Una luz angelical rodeaba su cabeza. Bueno, en realidad la luz era el efecto del farol que estaba en la pared... pero en la cabeza de Jijí la imagen representaba la llegada de su anglo-saxon savior.
-Don´t worry! –contestó nerviosa Jijí- ¿De dónde eres tú?
-Iou soy América. Em...em... iou aquí para business.
-¡Genial! ¡Ah! Pero no te voy a hablar en English, así practicas un poco, ¡eh! ¿Y te gusta la Argentina?
-Iou gustou muchou Arshentina. ¡Lomou baratou! ¡Es ridiculoso!! ¿Qué es tu nombre?
- Yo soy Jijí. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
-Andrew.
- Bueno, Andrew, es necesario correr ahora (Jijí hizo gesto de trotecito cerrando los puños) ¿Comprendes? Pero este es mi número, call me, ok? Si quieres te “ievo” a conocer Buenos Aires.
Esta movida fue un poco shocking para Jijí, acostumbrada como estaba a quedarse calladita, pero tenía que seguir practicando lo que le había enseñado su amiga y además, si no se era directa y se apuraba, existía la posilidad de que el otro chico le gritoneara un poco más.
Por otra parte, si GOW estaba desaparecido, pues Andy y su magnífica cabellera rubia tendrían que servir para algo... Jeje... Ay bueno! ¿qué iba a hacer?... mf! Que se jorobe por no darme bolilla. ¡Puto de mierda!
Ya sentada en su autito Jijí fijó la mirada en el vacío. Sentía algo de culpa. No le gustaba ser mala, ¡pero no lo podía evitar! ¡Qué querían que hiciera! ¡Si tenía el bolso listo para viajar! ¡Honk honk! Un bocinazo repentino la sacó de sus reflexiones. Una fila de autos esperaba que avanzara:
-¡Dale piba! ¿Quién te enseñó a manejar?
-¡Ay! ¡Sorry! ¡No me griten que ya avanzo!

martes, 13 de noviembre de 2007

Funky squaredance, funky squaredance, funky... squaredance.

La realidad es que el novio ni siquiera era gordo, pero ya conocemos el pequeño complejo que tenía Jijí con el sobrepeso...

Los días pasaban y Jijí iba de mal en peor. GOW was nowhere to be found y Jijí caía y caía en un espiral de incertidumbre. Una semana después, más precisamente un sábado decidió salir y emprender el camino de la venganza. Salió con su amiga súper-top- comehombres, Mechi, que le dijo:

-Jijí, yo te voy a enseñar cómo tenés que hacer para seducir a un hombre. Está todo en la mirada. Elegís al chico, lo mirás fijo y voilà! Ahí tenés...

Y con está frase se le acercó un chico a Mechi que tampoco era gran cosa, pero...

Jijí se puso manos a la obra y pronto se dio cuenta de que ese juego de las miradas podía ser peligroso. ¡Muchos chicos se le acercaban!

- ¡Mirá vos qué bárbaro! –pensó Jijí- ¡si me viera la gordita compactera ahora! Estoy a full! Uia, ¿pero este quién es? No, no me gusta, mejor miro ya para otro lado antes de que se me complique.

Demasiado tarde, el chico ya se la había acercado y le estaba hablando sin parar:

-¿cómo andás morokia? (sic) ¿Venís siempre a este bolike? (¡¡sic sic sicccccc!!) Sabés que sos muy linda, ¿no?

-jeje, bueno gracias, pero quisiera estar sola, por favor.

-Dale morokia, no te hagas la jodida, vamos a bailar un poquito...

-gracias, pero no, gracias.

Jijí estaba segura que con esa frase el chico entendería el mensaje. Después de algunos tropezones, había aprendido que ser clara era la clave para que el mensaje llegara al otro.... Pero evidentemente no todo era tan simple como se lo planteaba la cabecita de Jijí. El chico no reaccionó muy bien y mirándola de arriba a abajo, le dijo:

-¡Pero por qué no te vas a la mierda, histérica! ¿Quién te creés que sos? ¡si sos más fea que la mierda!

Jijí, no pudo hacer otra cosa que alejarse rápidamente, temía que el chico se pusiera violento... La puta digo -pensó- si sos directa, porque sos directa, si sos sutil, no te entienden ¿Cuál es su fucking problem? Yo me voy de acá ahora mismo.

Always trying to fall asleep to make my way out.

La semana pasó sin grandes altercados. El curso de capacitación docente ya había terminado y la idea era preparar los certificados para entregarlos después del verano.
Jijí cantaba contenta mientras organizaba sus tareas y al mismo tiempo le hablaba a su nuevo compañero:
-When the dog bites and the bee stings... trulala tru laaa! Estoy tratando de organizarme todo porque este finde me voy a Cariló a visitar a mi novio. En realidad en la casa se están quedando sus amigos también, pero él me dijo que estaba todo bien, que no iba a haber ningún problema. Estoy esperando que me llame en cualquier momento.
-Bueno Jijí, me parece excelente.
Lo que Jijí no le dijo fue que el “noviecito” la había llamado el día anterior y cuando le preguntó por el viaje le había contestado que en realidad no estaba seguro, que tenían un problema de “polleras”. Jijí no quiso preguntar más por miedo a que se enojara, pero la historia de las polleras no le cerraba demasiado.
-Mirá simplemente te pido que me llames y te organices porque yo no quiero salir corriendo a última hora. Sabés que me gusta planificar todo con anticipación.
-Sí, nena, ningún drama, yo te llamo, vos tranqui.
Jijí tipeaba con furia mientras recordaba al idiot de su novio. ¿Y si se buscaba otro? ¿Sería posible encontrarse otro? Lo de copiloto en su súper Okm la estaba cansando un poco. Después de todo, el transporte público no era tan malo, sin contar el pequeño intento de robo y un par de toqueteos que se había ligado en la hora pico...

-Bueno, Peter, entonces, the idea sería tener el bolsito listo y salir el viernes a la noche. ¿Qué te parece? No me gusta mucho viajar en micro, me da un poco de miedo, pero puede ser divertido, ¿no?
-Me parece genial, Jijí.

Por más entusiasmada y optimista que fuera Jijí, la realidad mostraba otra historia. Pobre Jijí, esperó en vano la llamada del noviecito, porque ésta nunca llegó... Nadie tenía noticias de él, ni la madre.
Cuando llegó el viernes Jijí no pudo disimular su tristeza. S. le preguntó qué le pasaba.
-No entiendo! ¡Mi novio está desaparecido! ¡Me había dicho que me iba a llamar para que viajara y nada, ni un email!
Jijí no pudo controlar las lagrimitas que se le escapaban de los ojos. Miró la punta de sus zapatos para disimular.
-JIJÍÍÍÍÍ! No llores otra vez! Por favor!
-Ay! No me grites así! Es que estoy muy nerviosa, Hoy a la noche tendría que estar viajando y mirame! Voy a pasarme todas la vacaciones acá.
-Jijí, me parece que es hora de que hagas algo al respecto ¿no? ¿Quién es este nabo que vale tanto? ¿Él decide lo que vos hacés?
-Mirá Jijí –dijo Pedro- Si no querés quedarte encerrada, podés venir a un recital conmigo. Te presento a mis amigos si querés...
-No sé, igual voy a esperar. Tengo un presentimiento de que me va a llamar. Por las dudas me voy a mi casa.

Jijí volvió corriendo a la casa a esperar el ansiado llamado aunque al final ya no tenía ni ganas de viajar, pero algo la llamaba a seguir cumpliendo con su rol de novia obediente. Esperó toda la tarde sentada al lado del teléfono. Mientras esperaba se tomó una chocolatada, se hizo las uñas, se planchó el pelo, chequeó varias veces la línea, pero nada. Se hizo la hora de viajar y el llamado no llegó.
Pobrecita Jijí esa noche se durmió al lado del teléfono. Soñó que su novio volvía pidiéndole perdón de rodillas y que ella le reventaba la cabeza con un bate. ¡Qué violenta se estaba volviendo Jijí! Se despertó sobresaltada por la imagen sangrienta en su cabecita. Estaba decidida. Era necesario reaccionar de acuerdo a los malos tratos del novio. Jijí no iba a permitir que la pasaran por encima una vez más. Como siempre que ocurría en estos casos, la imagen de Scarlett O’hara vino a incentivar su venganza. Se levantó Jijí de la silla y despegándose un fichín del TEG de su mejilla (¿por qué lo habían dejado afuera, ¡la puta!, después las fichitas se pierden...) gritó a quién quisiera escucharla:
-If I have to steal or kill –as God as my witness- I´ll never let “gordito on wheels” dejarme plantada again!!

sábado, 3 de noviembre de 2007

Tongue-tied and useless.

-¡Jijí, tarde o temprano vas a tener que salir del baño! No podés quedarte toda la vida sentada en un inodoro...! –la retó S. Las imágenes de su infancia se esfumaron de golpe, mientras volvía al presente. Sí, era verdad, tarde o temprano tenía que salir. Así que se arregló las medias y salió del cubículo. Su ojos eran un desastre, todos hinchados de tanto lagrimear. Se lavó la cara, se peinó y salió, seria, a enfrentar la situación.
Todos la miraban callados, pero nadie se animaba a decir nada, excepto S., que la observaba con el seño fruncido:
-Jijí no podés reaccionar así, basta de ser tan caprichosa, ahora vas, te sentás y te ponés a trabajar.
-¡Ay, bueno, S., es que vos no entendés, Callejas me gritó mucho! ¡A mí me hace mal que me traten así!
-Me importa un carajo qué te hace mal, Jijí, no podés llorar cada vez que algo te sale mal, ahora, andá a trabajar.
Jijí miró compungida a todos pensando que nadie la entendía. Caminó con sus taquitos hasta su escritorio donde se puso a escribir todos los memos que tenía atrasados. Al rato la llamó su novio que se acababa de despertar:
-Jijí, al final me voy hoy para Cariló porque me llevo el auto, no creo que nos podamos ver, pero cuando llegue te llamo.
A Jiji le importó un pito que su novio se fuera o volviera. Porque no te vas un poquito a la mierda en vez de a Cariló y me dejás de romper las pelotas vos, tus amiguitos y toda tu familia juntos, pensó Jijí. Pero lo único que se animó a decir fue “ok, no te olvides que el próximo fin de semana voy para allá, pero acordate de preguntarle a tus amigos si no les molesta que vaya.”
-Obvio que no les jode Jijí, no empieces a romper con eso otra vez, lo tengo todo organizado, te mando un beso nena.
Jijí sintío una puntada en el estómago, odiaba más que nada en el mundo que le dijera “nena”, pero le daba cosa decirle... Siguió tipeando en la compu toda la tarde: tictictic, estaba compenetradísima en su trabajo cuando su jefe, el Licenciado Nestor, la interrumpió.
-Jijí, te presento a Pedro, él va a trabajar con nosotros. Acá te dejo el curriculum y todo lo demás para que le redactes el contrato.
-¡Hola Peter, bienvenido a bordo!
“Peter” contestó con un tímido hola. Era alto, pálido y flaco. Su pelo era oscuro. Muy oscuro.
Jijí leyó con detenimiento el currículo:
-Licenciado en Ciencias políticas. Ajá. 26 años. Ajá. Signo escorpio. Estoy en todas,¿eh? Es lo primero que me fijo. El signo. Es re importante. Bueno, vení que te muestro las instalations. Este es mi escritorio. Y ese es el de S. Y ese el de Caro. Abajo tenemos la cocinita con el comedorcito, donde podemos almorzar y ver la novela, aunque en este momento, no sé si es una buena idea... Está súper aburrida, jeje. No, bueno, quiero decir, no sé si es una buena idea porque yo tuve unos problemitas con el decano, que si querés te cuento, pero después porque ahora estoy re down, no me siento de ánimo, estoy un poquitín depre por todo lo que me pasó... Que es una estupidez, pero yo soy híper sensible, ¿viste?”
-Ah.
-Vos no hablás mucho, ¿eh? Don´t worry, para eso estoy yo, hablo por todos acá. Jeje. Esta es la máquina de café, podés tomar todo el café que quieras. ¿Te gusta? También te podés comprar bebidas frías y guardarlas en la heladera.

Cuando terminaron de hacer el recorrido ya era hora de irse, así que Jijí tomó su cartera, se peinó un poquito y corrió a la estación para no perder el tren. Estaba un poquitín triste por el episodio del mediodía pero estás cosas pasaban a menudo en la vida de Jijí, así que decidió no seguir haciéndose mala sangre.

El tren estaba repleto. “Perdón, ay perdón, ¿me hace un lugarcito? ¡plis!” Jijí se acomodó entre el tumulto y se tapó la nariz con un pañuelito con olor a colonia La Franco. Estaba agotada y muerta de calor. Mientras pensaba en los pros and cons de irse de vacaciones con su noviecito, sintió que algo se movía adentro de su cartera. “¿Un ratoncito curioso?” sonrió Jijí pensando. No, no era un ratoncito, Jijí dejó de fantasear boludeces y entró en la realidad for a change. Era evidente que alguien estaba tratando de robarle la billetera, pero sin saber por qué, no tenía fuerzas ni ganas de decirle nada, lo único que pudo pensar fue que por más que buscara con ganas, no iba a encontrar la bille porque tenía la simpática forma de un monito, así que le sería difícil reconocerla como billetera... Jijí se sobresaltó. ¡No podía quedarse tan tranquila, así nomás, sin hacer nada, mientras el ladrón, con una carpeta que tapaba sus manos laboriosas, revolvía su cartera! Optó por actuar:
-¡Señor! ¿qué hace? ¡Me parece que me está robando!”
El ladrón no pudo hacer otra cosa que mirarla con seriedad y contestarle:
-Pero piba, ¿dónde mierda metiste la billetera?
-Así, por más que revuelva, no la va a encontrar, así que ¡Basta! ¡Me está robando!
La gente que estaba alrededor la miraba en silencio, sin reaccionar, mientras el ladrón de lo más campante, aprovechó que el tren se detuvo en la estación y se bajó.
¡Jijí se quedó helada de la indignación, roja de bronca, temblando de furia! Le saltaban las lágrimas pensando que tendría que haberlo, al menos, puteado y tuteado...

jueves, 25 de octubre de 2007

One is the loneliest number that’ll you’ll ever do.

Mientras lloraba en la baño de la uni, Jijí recordaba con cierta culpa aquellos días de séptimo grado. En algún punto le hubiera gustado ser la niña buena y perfecta que todos esperaban que fuera. “Tal vez si hubiera hecho las cosas de otra manera, ahora no estaría sola y llorando en un inodoro arrepintiéndome...” Es que después del día de la excursión Jijí había decidido, por una vez, no dejar las cosas tal y como estaban. Al día siguiente, en la escuela, Jijí decidió tomar cartas en el asunto. El evento importantísimo que se aproximaba le iba a venir como anillo al dedo. Resulta que todos los años, para el día de la primavera se hacían unas competencias entre las distintas escuelas del barrio. Una de las categorías era la de reina y princesas de la primavera. Ese año Jijí tenía especial confianza en su “belleza”. No sabía bien porqué. Más de una vez los chicos se habían encargado de dejarle bien en claro que “linda” no era el calificativo apropiado para describirla. Su cabecita había grabado con tenacidad frasecitas como “¡chau, fea!" y “¡con esa cara de bosta, tenés que estar bajo tierra fertilizando mi jardín!”. Pero bueno, ya sabemos que para Jijí “perseverancia” y “disciplina” eran sus palabras de cabecera así que ahí fue ella a la escuela con un moño blanco en el pelo y la pollera del uniforme perfectamente planchada.

Al término de la votación, la maestra hizo el recuento. ¡Jijí no podía salir de su asombro cuando la seño le informó que había salido segunda princesa y, lo que era mejor todavía, le había ganado a la gordita compactera! Jijí puso cara de súper buena compañera, hizo eye contact con la gordita y le levantó el pulgar al tiempo que le guiñaba un ojo. La gordita no pudo más que fruncir la nariz en señal de desagrado. ¡Pero ya nada le importaba a Jijí! ¡Era tan feliz! ¡Finalmente el mundo reconocía su verdadera esencia! ¡Ya no podía sino triunfar en el mundo! Se imaginaba con su vestidito rosa con apliques de florcitas blancas, causando el asombro de los espectadores. Esa noche, después de la competencia seguro que bailaría un lento... “Tendría que rayar la suela de los zapatos para no resbalarme y pasar un papelón” pensó Jijí apoyando su dedito índice en sus labios.
Pero como todas las cosas buenas en la vida de la pobrecita Jijí, la alegría duró poco. La seño se había quedado en silencio observando los votos esparcidos sobre la mesa. Al rato, levantó la mirada y dijo con voz solemne:
-A ver chicas, me parece que hubo un error en el recuento... Sí, sí, efectivamente. Pido perdón pero Jijí, vos no saliste segunda princesa, sino la gordita compactera...
Bueno, en realidad no dijo “gordita compactera”, pero Jijí tenía “capacidades especiales” y a veces su audición no era del todo precisa. En este caso, cada vez que decían el nombre de la compactera, ella escuchaba o gordita compactera, o dagor, gordita mersa, etc. Innumerables sobrenombres que imaginaba Jijí a la noche para dormirse y aliviar esa bronca que le comía el almita...
Pobre Jijita no podía contener sus lágrimas, aunque se encargó de disimularlas muy bien. Por suerte tocó el timbre del recreo y pudo salir rápido del aula. Fue corriendo hasta el quiosco y, como hacía siempre que se tenía un poquitín de lástima, se compró su alfajorcito y su Coca en botellita de vidrio. Sentada en uno de las escalones del patio miraba sin expresión como la compactera saltaba la soga una y otra vez con sus amigas: Arriba, abajo, arriba, abajo, tum tum tum, rebotaba toda ella y sus accesorios de última moda que se ponía especialmente para el recreo porque no se los dejaban usar durante la clase. Cantaban felices las chicas: “¡toca el cielo, toca la tierra, da media vuelta y...” Antes de que el corito pudiera decir “sale” – momento en el que la gordis tenía que salir airosa del ejercicio combinado de salto y canto- Jijí no logró contener el impulso de dejar rodar disimuladamente la botellita de Coca justo en dirección a los piecitos ágiles de la saltarina... ¡Paf! De frente contra el suelo cayó su archienemiga. Todas quedaron paralizadas, horrorizadas ante semejante espectáculo: la cara completamente ensangrentada y en el piso girando sobre su eje, un dientecito blanco.... Jijí gritó “¡A la miércoles! ¡Chicas, alguien guarde el diente que tal vez más adelante se lo pueden pegaaar! ¡como cuando te cortás un dedo!”
No vale la pena detenerse en todos detalles de los días que le siguieron al accidente, sólo en uno: alguien debió reemplazar a la compactera y por orden de “llegada” le correspondió a Jijí. Así fue que finalmente pudo ponerse su vestidito rosa con apliques de florcitas no sin cierta culpa y arrepentimiento por no haber sido del todo la Jijita buena y linda que quería ser para los demás...
¿Quién podría quererla verdaderamente sabiendo que tenía pensamientos y, ahora también, hechos tan oscuros en su haber? Jijí no quiso pensar más y sacudió su cabeza para sacarse esas ideas feas de encima. Se puso su vestidito y salió a encontrarse con sus compañeras, aunque en el fondo, a pesar de estar acompañada, no pudo evitar sentirse, otra vez, sola.

lunes, 22 de octubre de 2007

Misty water-colored memories...

¡Ay Jijí! ¡Encerrada en el baño, solita mientras sus lagrimitas caían, tiptiptip, formando un charquito en el piso! Mientras el charquito crecía más y más su mente se iba lejos, recordando la primera vez que se encerró en el baño. Esa vez no había sido a propósito, había sido un accidente que se transformaría en hábito.
Había ido con sus compañeritas de séptimo grado de visita guiada a La Serenísima. El día parecía prometedor. Tenían que ir con equipo de gimnasia así que Jijí se puso sus mejores pantalones y limpió sus zapas de cuero con la pomada incolora. ¡Se sentía especialmente feliz! Cuando se subieron al micro las seños contaron a las 25 alumnitas sentadas de a dos en el micro escolar. Jijí se sentó en la segunda fila esperando que alguien se sentara con ella, pero como era habitual se quedó sola. ¡No iba a permitir que eso le arruinara el día! Ya estaba acostumbrada a esas cosas, además, ¿para qué sentarse con esa manga de idiots que se creían mil porque tenían equipos de música en los que se podía meter hasta 5 cds juntos?
Cuando llegaron a la planta, hicieron el primer recorrido y después tomaron un desayuno en el comedor. Antes de continuar con la visita, Jijí le dijo a unas compañeras:
-¡Chiquis, esperenme un minutito que voy al baño! Plis! ¡No se vayan sin mí!
-¡Uy, dale Jijí, ya nos estamos yendo! ¿Por qué no fuiste antes?-
Mientras la gordita le conestaba de mala gana mascaba un Bazzooka sabor sandía apestaba.
“Gorda puta -pensó Jijí- te voy a meter uno por uno los cinco cds de tu compactera o como mierda se llame en la boca. Pero eso pensó, porque decir, decir no dijo nada. Se quedó calladita , frunció la boca y se fue corriendo al baño.
Sola en el cubículo del inmaculado baño de La Serenísima, sintió una puntada en el estómago y no era del Serenito sabor dulce de leche, eso estaba segura, porque nunca le caía mal.
Sentada ahí, solita, se imaginaba otro mundo, en donde todos la admiraban y trataban como una reina. Se veía subida a un podio recibiendo algún premio de gran escritora, mientras decía algún chistecito con un guiño “extra special” que hacía reir a los más despiertos. Ella sabía que ese día iba a llegar prontito, sólo era cuestión de perseverancia y mucha disciplina, ya se lo habían inculcado en sus viajes por los States.
La cabecita de Jijí, positiva, esperanzada, pensaba en el éxito y el amor que la esperaban en su vida cuando se dio cuenta de que ya hacía 15 minutos que estaba en el baño. Decidida a seguir, triunfal, su visita por La Serenísima, quiso abrir la puerta del cubículo de una patada, cuando oh sorpresa, se dio cuenta de que estaba trabada. Primero Jijí se asustó, pero enseguida se tranquilizó pensando que pronto se darían cuenta de su ausencia y la vendrían a buscar. Mientras esperaba sentadita en el inodoro, siguió pensando. Pensó en lo mala que era la pomada que sus zapas ya estaban sucias otra vez, en los kilos y kilos de Serenito que se producían por día, en que la gordita de los 5 cds se los podría comer todos si la dejaban... Más que nada, pensó en la gordita:
-Gordita putañera, ¿qué se cree? ¿Que esas calzas rosa fluor que usa en los bailes le quedan bien? ¡Qué mal gusto!
¿Por qué nadie venía a buscarla? ¿Por qué nadie la sacaba a bailar lentos? ¿Por qué los micros escolares son blancos y naranjas? Ya había pasado una hora y nadie venía, ni siquiera para usar el baño. ¡Ufa! Jijí se estaba poniendo nerviosa. Esperó y esperó, hasta que se quedó dormida, sentadita en el inodoro.
A eso de las 4 de la tarde una voz la despertó sobresaltada: era la señorita Graciela, la maestra de matemáticas que le hablaba a la seño de Ciencias Sociales mientras se prendía un pucho:
-Mirá Susana, ya te digo, la docencia te consume, no me la banco más. Mañana hablo con Adriana para empezar el trámite para el pase a tareas pasivas.
-Vos lo que tenés que hacer es pedirte la licencia, ¿vistes? Después decidís. Mirá que en las pasivas, tendrías que trabajar con María del Carmen y esa ya viste como está desde que se le fue el marido... Ojo, no te digo que te pidas licencia por depresión porque te jubilan antes de tiempo.
-¡No! ¡De ninguna manera! Me la pido por lo del ojo. ¡Ay! ¿Vos sabés si yo me casaba con el salteño? Ahora estaba viviendo lo más bien sin terminar reventada todos los días pero no...
Jijí decidió interrumpir la charla, aunque le parecía de mala eduación -sus padres le habían enseñado bien- pero sino se iba a quedar encerrada de por vida y eso no le parecía muy cómodo:
-¿Seño? Soy yo, Jijí. Acá adentro, en el cubículo de la derecha, me quedé encerrada...
-¡Pero Jijí! ¿Será posible? ¡No puede ser que siempre te metas en problemas! A ver... subite al inodoro que voy a abrir la puerta de un golpe...
Jijí se subió y se tapó la carita con las manos, esperando sentir el golpe seco. De repente: ¡Pum! Se abrío la puerta y golpeó contra el inodoro. Jijí se descubrió la cara, percibía que ese golpe y la siestita del inodoro habían cambiado algo en ella. Sólo podía pensar en la gordita de los cds y cómo no había avisado a nadie. La puntada en el estómago volvió pero también su carita se iluminó con una sonrisa. Se sentía Scarlett en Lo que el viento se llevó. Se acomodó el pelo y salió con la cara en alto, como si la hubieran rescatado de uno de esos pozos en donde se caían chiquitos que tenían que ser sacados por otros chicos porque eran muy estrechos para un adulto.
Jijí, estaba decidida, tenía muchas plantaciones en juego y no era cosa de dejar que una gorda se las comiera todas... Iba a tener que actuar, aunque fuera solo un poquito...

sábado, 20 de octubre de 2007

The first thing is to determine conclusively wether you’re in a comedy or a tragedy.

No siempre Jijí se la pasaba de escuela en escuela. También trabajaba mucho en la oficina de la uni. Tenía grandes responsabilidades, escribía memos y redactaba los contratos y las designaciones docentes. Muchas veces se ponía nerviosa y metía la pata. No entendía bien cómo se equivocaba, si prestaba muchísima atención cuando estaba frente a la compu, pero a veces su cabecita volaba y volaba. Pensaba en muchas cosas, pero en lo que más pensaba era en encontrar a un chico re lindo, re bueno, re inteligente y divertido que se enamorara locamente de ella. Entonces se distraía un poco. Muchas de las ideas y reflexiones las disparaba la novela de la tarde que veía con sus compañeros en el comedorcito de la uni durante el almuerzo. La chica que era la protagonista era de una familia muy pobre, o no, no, ni siquiera tenía familia y cuando salía del orfelinato empezaba a trabajar para una familia muyyyy rica, en donde vivía un chico súper guapo y divino, pero obvio, con una novia bastante fulera, “personality wise speaking”. Bueno, no vale la pena contar toda la historia, porque ya todos sabemos de quién se enamora el chico, de la huerfanita buena y linda, obvio. La cosa es que Jijí quería con toda su alma creer en esa historia y pensar que ella también podía tener suerte, y de paso dejar de salir con el otro zapallo que no hacía otra cosa que mentirle y quedarse dormido, pero, a no olvidar, que la quería mucho... ¡y cómo! Mientras tanto... turururururu... Jijí soñaba... Soñaba que un día un chico iba a llegar y tratarla realmente bien, como se lo merecía, qué tanto!! No como todos esos idiotas a los que les había entregado todo buscando nada más que la trataran con dulzura, para recibir a cambio sólo desamor. Cda vez que Jijí recordaba a alguno de ellos, su corazoncito tierno se llenaba de odio...
La hora del almuerzo era siempre la misma. A la una ya tenían todo listo y Jijí y sus compañeritos bajaban a almorzar y de paso, como ya les dije, miraban la novela. Un día a la una menos diez llamó el decano y le dijo a Jijí: “Jijí escuchame bien lo que te voy a decir. Mi secretaria no está en la oficina, así que necesito que hagas algo por mí. Llamá al Dr. Quijada Gómez, hablá con él y cancelá el almuerzo que tenemos hoy. Hacelo inmediatamente que ya es tarde.” Jijí escuchó con atención y seriedad y se puso manos a la obra. Primero llamó a la oficina y, como no atendía nadie, llamó a la casa. Nada. Espero un ratito mientras pensaba: “¡ufa! Mientras todos comen y miran la novela yo acá clavada... ¡no es justo! Why me?” Ya nos damos cuenta que Jijí era un poquitín melodramática, pero no lo podía evitar, además le parecía que le daba un aire de película a toda su vida...Como en The way we were en donde Barbra Streisand insiste tanto, tanto con Robert Redford que al final consigue que la ame. Aunque al final él le dice a ella: “Katie, you push too hard”. “Demasiado” –dijo Jijí en voz alta. Esa frasesita siempre le andaba dando vueltas en la cabeza. Era evidente para Jijí que con un poquito de maña e insistencia Barbra había logrado que el otro se quedara con ella, aunque después terminaron separados... “Es una peli de la que se puede aprender mucho”-reflexionaba Jijí, mientras del otro lado seguía sonando el teléfono. Cuando se dio cuenta de que hacía varios minutos que sonaba, decidió llamar a Quijada Gómez al celular pero como tampoco atendía le dejó un mensajito: “Buenas tardes Dr. Quijada Gómez, habla Jijí de la “uni”, lamentablemente el Licenciado Callejas no puede almorzar con usted hoy, por lo que me veo en la obligación de cancelarle de manera definitoria el almuerzo que tenían pautado. Lo saludo atentamente. Un beso.”
Aliviada de haber cumplido en “tiempo y forma” sus obligaciones, Jijí bajó saltando las escaleras hasta el comedor. Estaba feliz, hasta sintió ganas de cantar un poquito: “If we had the chance to do it all again, tell me, would we? Could we?!” Cuando llegó se sentó a comer con los demás y a ponerse al día con la novela. Pero cuando la vio, así como así, de la nada, sintió una puntada en el estómago.

A las 2 de la tarde en punto, después de almorzar, Jijí subió las escaleras para continuar con su rutina diaria y preparar algunos viajecitos que tenía pendientes. Pero cuando entró a la office, la cosa no se veía muy bien.. Estaba la secretaria del Licenciado Callejas, con cara de preocupada: “¡Jijí! ¿qué pasó hoy? Callejas está re caliente con vos, dice que lo hiciste quedar como un idiota. Te está buscando como loco.”
Jijí se quedó helada. No sabía qué decir, no entendía nada, si había hecho todo bien. Sentía que le quemaban los cachetes cuando de repente... sonó el teléfono. Era él. Pobrecita Jijí, le temblaban las piernas mientras del otro lado del auricular la voz tan temida le gritaba: “¡Jijí sos una reverenda pelotuda! No sabés ni siquiera seguir una simple orden. ¡Te expliqué bien clarito que hablaras con Quijada Gómez! ¡Tenías que hablar con él, no dejar mensajitos estúpidos!¡Ahora quedé como un idiota! ¿Será posible que no sirvas para nada?” Jijí sentía como sus ojitos se llenaban de lágrimas (que por suerte le refrescaban las mejillitas que ardían como locas). Como siempre, no pudo decir, nada, salvo “perdón Licenciado, no sabía”, con un hilito de voz. Cuando cortó su compañero S. estaba al lado suyo mirándola, severo: “Jijí, no vayas a llorar, ¿eh?, no vayas a llorar, ¡no te atrevas!” Pero Jijí no podía evitarlo, sentía que el mundo se le venía abajo, que nada valía la pena. ¡que nadie la quería!!! ¡Qué solita y fracasada se sentía Jijí! No aguantó más y se fue corriendo al baño, y una vez más se encerró en uno de los cubículos, como solía hacer en casos como estos, esperando que el mundo reventara prontito...

martes, 16 de octubre de 2007

A real job! With a real computer and all! weehee!!

Bueno, después de eso, Jijí dejó piano, una lástima, porque le gustaba... Y siguió con la guitarrita, aunque al novio no le gustaba mucho eso que hacía, porque Jijí practicaba y practicaba pero no le salía muy bien. Pero ella la pasaba bomba así que seguía con su música.
Un día le tocó cambiar de trabajo y empezó a trabajar para una universidad grande, muy grande. Bueno, no tannnn grande. Jijí estaba chocha. Se ponía los tacos y la pollera y cada mañana se tomaba el tren. Atendía el teléfono contenta: “Universidad de piripipí, buenos días, Jijí speaking!!!” Al principio no entendía mucho y le daba un poquito de miedo. Especialmente cuando le encargaron un proyecto para capacitar profes del secundario en la provincia. Las profes nunca querían estudiar nada y se quejaban de todo y siempre le gritaban a Jijí. “La puta digo”, pensaba Jijí, sin sacarse la sonrisita de la cara, “éstas me tienen de punto, debe ser porque soy muy linda... un día de estos me tomo el avión y me voy a la mierda, sí, a Italia, no no, a Francia también estaría bueno...” Todo esto pensaba Jijí mientras una vieja con ojeras y sobrepeso, la pobre, del “Enem Nº 3 o algo por el estilo” le gritaba y revoleaba el pucho por la cara delicada de Jijí. “¡Ay, bueno!! -le contestó Jijí. Basta de hablarme así, yo sólo traigo la info para las clases pero no soy la responsable de todo y tiquitiqui, Jijí corría de acá para allá tratando de organizar los cursos y calmar a las “profes”. Pero no se calmaban fácilmente, especialmente con Jijí que era tan buenita y responsable. Jijí se la pasaba todo el día trabajando, de la universidad a las escuelas y después a su facu, porque ella seguía estudiando. Soñaba con ser una gran escritora... no, no, una gran crítica literaria, no, no... una gran profesora de la facu... bueno, Jijí no sabía bien qué quería ser, pero ellá seguía, firme, para adelante, metiendo materias aunque no entendía nada, pobre.
Un día Jijí tuvo que ir a una escuela de Vicente López o por ahí, (Jijí era de Belgrano y no conocía bien “las afueras de la ciudad”). Cuando llegó había un tumulto en la puerta. Las madres de los “teenagers” esperaban ansiosas algo. Jijí se mezclo entre las “mamis” para ver qué era lo que pasaba, cuando en realidad tenía que entrar, organizar los cursos de capacitación e irse. Pero Jijí siempre fue muy sociable y le gustaba “to mingle mingle”. Una madre, con cara un poco demacrada, vestida con calzas y chancletas le explicó: “Mi hija está haciendo el bachillerato internacional, que no es cualquier cosa. Le abre muchísimas puertas para trabajar en el exterior. Estamos esperando los resultados de los exámenes. Esto es un antes y un después, ¿entendés?.”
Jijí, paradita en medio de todas las madres se quedó atónita, ¿qué era eso de lo que le hablaban estas viejas? “¡No lo creo! No creo que haya algo mejor que el colegio de monjas putarracas al que fui!!! Todo el día nos tenían cortitas, trabajando, sin poder hacer nada divertido nunca! ¿Todo para qué?? Yo tendría que haber seguido esto.” Jijí no entendía mucho si eso era bueno o malo, pero tenía la sana costumbre de pensar que cualquier cosa era mejor que lo que ella había hecho (¿bueno, a veces quería pensar eso para ser buenita...), siempre manteniendo la sonrisita. “¡Bueno, chicas, un gusto conocerlas, cherrios!- dijo Jijí con su mejor cara, mientras tiquitiquitiqui... corría a encontrarse con los “profes” que no la esperaban con demasiado entusiasmo... “ ¡Hola a todos!!! ¡Traje el “study material”!! ¿Listos para trabajar?”
“ ¿Escuchame piba, por qué no te dejás de joder y nos traés el certificado del curso de una buena vez por todas? ¡Me tenés las pelotas llenas hablándonos en inglés!” – le contestó un profesor de lo más desagradable. Jijí no le dijo nada, porque aunque a veces piensa cosas feas de la gente, cuando tiene que contestar es como que se queda un poco dura, sin palabras. Sólo pudo decirle “por favor, no me hable así señor, que yo con usted soy muy respetuosa” (aunque muy adentro pensaba “¡I say la puta! ¡puto de mierda, sos un reputo de mierda, mf!), mientras le caía una lagrimita imperceptible por la mejillita llena de pecas... vaya una a saber por qué.

lunes, 15 de octubre de 2007

To begin with...

Jijí es una chica normal como cualquier otra. Siempre hizo lo que correspondía de acuerdo a su edad. Terminó el secundario y rápido, corriendo, sin hacer mucho ruido para no llamar la atención, se consiguió un trabajito: tiptiptip, corrían sus piecitos todas las mañanas para el trabajo. Llegaba primera al negocio del gran “shopping mall” donde vendía ropa. No le costó trabajo ponerse en el papel de vendedora amable. Jijí siempre tiene una sonrisa para todos. Tal vez no sentía ganas de sonreir, pero a Jijí no le importaba, sonreía igual, porque eso se lo enseñaron de chiquita y como es una “fast learner”, enseguida le agarró la mano. Sonrisa de acá, sonrisa de allá. Pero nunca mentía. Si una “gordita” quería comprarse un jean talle 22 que se le clavaba hasta la garganta, ¡qué pensamientos feos tenía Jijí!!, siempre decía “Lo importante es que te sientas cómoda”, cuando en realidad, pobrecita Jijí, quería decir, ¡pero gorda chota! ¡Adaptate a la realidad!!! Pero no Jijí, ella era una señorita buena y bien educada. Y así, siempre trabajando. Cuando no había clientes, doblaba la ropa tal como le habían enseñado, todo prolijito. Mientras las otras vagas de mierda dormían en el cuartito de atrás porque habían salido toda la noche...
En esa época Jijí hasta tenía un noviecito, que la llevaba y traía a todos lados en su autito “0 km”, siempre que no se quedara dormido hasta las cuatro de la tarde (que era lo que habitualmente pasaba). Pero ella lo quería igual porque él la quería y mucho... A veces quedaban en verse para la hora de almuerzo que Jijí tenía asignada, aunque casi siempre llegaba tarde. Y Jijí lo esperaba como una pavota, la una, las dos, las tres... Hasta que lo llamaba y la “chica con cama adentro” le decía que todavía dormía. Bué... pero la quería... pobrecita Jijí, se reía, se enojaba un poquito y comía solita...
Y poco a poco fue pasando el verano hasta que Jijí empezó la “facu”. Ya había dado unas materias por adelantado y le quedaban poquitas del ingreso.
Jijí trabajaba y estudiaba lo más bien. Siempre yendo y viniendo, con el noviecito vago que le mentía todo el tiempo pero Jijí no veía nada, tan ocupada que estaba. En su tiempo libre hasta se dedicaba a sus hobbies, estudiaba guitarra... y piano! Dale que te dale le daba a las teclas, practicando lo que el profe le enseñaba en la hora que tenían de clases. Lástima que la hora nunca era una hora porque el profe la veía muy tensa y recomendaba seriamente media hora de masajes de “relajación”. A Jijí eso no le inspiraba mucha seguridad, pero bueno, él sabría... Además a Jijí le costaba y le cuesta decir que no. Así que así empezó con media hora de masajes. Pero cuando el profe le dijo que tenía que sacarse toda la ropa para liberar la energía “negativa” ( incluso la bombacha, boohoohoo!!!), a Jijí le pareció un poquito sospechoso, pensó “what the fuck?” y le dijo, después de haber tomado coraje: “yo me quedo con el shorcito puesto, si le parece, profe”. Y paf, así nomás se lo dijo y el profe medio que se enojó y Jijí se sintió mal por desobedecer, pero ¿qué iba a hacer? A ver si le pasaba lo de esa vez en la playa. “No, gracias”- pensó Jijí, yo me planto y a la mierda, qué tanto joder y la puta que te parió viejo verde de mierda. Viejo puto. Viejo puto de mierda. Tomá.
Y entonces Jijí medio que se avivó, pero solo un poquito, porque ya verán los lectores que Jijí es muy obediente y le cuesta plantarse, vaya una a saber por qué.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Hola putos!!