martes, 3 de junio de 2008

I'm your man

Rule-man, como le decían en el barrio, era, de acuerdo a Jijí, “un morocho divino, con unos rulos increíbles, súper definidos y una piel oscura espectacular”. Él iba a otra escuela en Belgrano, cerquita de la suya, pero todos los viernes las dos escuelas compartían el campo de deportes en las afueras de Buenos Aires. Jijí esperaba con ansias el viernes: durante todo el trayecto en micro, mientras todos cantaban, gritaban, se reían; Jijí se aferraba fuerte al asiento de adelante, y con los ojos bien abiertos y un fuerte dolor de estómago imaginaba que ese iba a ser el día en el que Rule-man finalmente la vería y se enamoraría de ella.
Pero eso nunca pasaba; él no la veía a ella ni ella a él, o al menos no muy bien, porque para hacer deportes tenía que sacarse los anteojos, así que más de una vez lo confundió con otro. Igualmente su cabecita era lo suficientemente creativa como para imaginarlo corriendo con los rulos que rebotaban al viento y una sonrisa perfecta. Todos los viernes pasaba más o menos lo mismo: empezaban con ilusión y terminaban en una sensación de vacío que Jijí calmaba viendo los capítulos de Beverly Hills 90210 que tenía grabados en vhs mientras comía habanitos de chocolate.
Pero un viernes fue diferente a todos los demás. Cuando entró a su aula a la mañana se encontró con una sorpresa: sobre su pupitre había un sobre pegado con cinta que tenía su nombre. Jijí no pudo evitar la emoción: se tapó la boca con las manos para ahogar el chillido que se le escapó abruptamente:
-Jiiiiii!!! ¿qué es esto? ¡Una cartita! ¿De quién será?
En eso, mientras reflexionaba en voz alta, la gordita compactera, se le paró al lado:
-¿Qué pasa Jijí? ¿Ganaste otro concurso de belleza?
-No exactamente, pero acabo de recibir una carta y creo que es importante, fijate que tiene un corazoncito en cada esquina del sobre.
- ¡Ay, Jijí! ¿Plis, no te das cuenta? ¿Sos tan chicata que no podés ver las cosas como son? Si es una “cartita de amor”, el chico debe estar tan ciego como vos...
-Bueno, eso lo veremos en un minuto, voy a leerla ya mismo.
Jijí abrió el sobre y empezó a leer en voz alta a sus otras compañeras que entre risas, escuchaban asombradas:
La carta decía así:

Jijí,
Ha llegado el momento de contarte algo, yo hubiera preferido haber esperado un tiempo más, pero debido a que como la vida es un camino lleno de sorpresas, no puedo esperar más. Mis padres han decidido mudarse afuera de la capital, nos vamos para zona norte. Vos no te podés imaginar la tristeza que esa decisión me ha provocado, te juro no lo podía creer, terminar la semana con esta noticia inesperada me mató. Si vos supieras ese vacío que estaba sintiendo cuando veía que mis padres me decían que no había marcha atrás en la decisión que habían tomado... tenía unas ganas de llorar que no sé cómo aguanté, fue como si a mi corazón le hubieran quitado las ganas de vivir, me estaban separando de la persona con quién más quería estar, o sea vos...
Imagino que no sabés quién soy. Bueno, yo te veo todos los viernes en el campo de deportes, soy un chico medio flaquito con rulos. Muchos de mis amigos me dicen Rule-man. En realidad me llamo Maximiliano. Vos llamame como quieras.
Esto que te estoy diciendo es muy difícil para mí, pero como ya te dije no tengo otra alternativa. Sos linda, simpática y graciosa. Cuando te veo solo quiero decirte cosas hermosas como, por ejemplo, “tus ojos negros parecen carbón cuando arden en la noche”. Son unos versos que se me ocurrieron. Te estoy escribiendo un poema que pienso darte, Jijí.
Bueno, te voy a dejar tranquila. Sólo espero que este viernes, cuando te vea en el campo de deportes, vos me des alguna señal que indique que sos capaz de sentir lo mismo por mí, aunque sea un poquito.
UN BESO,
¡Chau!
Rule-man

Jijí no podía creer lo que había leído. Estrujó el papel contra su pecho, miró a sus compañeritas y, tras alzar el papel cual antorcha de los fuegos olímpicos gritó:
-¡Sí! ¡Sí! ¡Yo también te amo Rule-man!