Bueno, después de eso, Jijí dejó piano, una lástima, porque le gustaba... Y siguió con la guitarrita, aunque al novio no le gustaba mucho eso que hacía, porque Jijí practicaba y practicaba pero no le salía muy bien. Pero ella la pasaba bomba así que seguía con su música.
Un día le tocó cambiar de trabajo y empezó a trabajar para una universidad grande, muy grande. Bueno, no tannnn grande. Jijí estaba chocha. Se ponía los tacos y la pollera y cada mañana se tomaba el tren. Atendía el teléfono contenta: “Universidad de piripipí, buenos días, Jijí speaking!!!” Al principio no entendía mucho y le daba un poquito de miedo. Especialmente cuando le encargaron un proyecto para capacitar profes del secundario en la provincia. Las profes nunca querían estudiar nada y se quejaban de todo y siempre le gritaban a Jijí. “La puta digo”, pensaba Jijí, sin sacarse la sonrisita de la cara, “éstas me tienen de punto, debe ser porque soy muy linda... un día de estos me tomo el avión y me voy a la mierda, sí, a Italia, no no, a Francia también estaría bueno...” Todo esto pensaba Jijí mientras una vieja con ojeras y sobrepeso, la pobre, del “Enem Nº 3 o algo por el estilo” le gritaba y revoleaba el pucho por la cara delicada de Jijí. “¡Ay, bueno!! -le contestó Jijí. Basta de hablarme así, yo sólo traigo la info para las clases pero no soy la responsable de todo y tiquitiqui, Jijí corría de acá para allá tratando de organizar los cursos y calmar a las “profes”. Pero no se calmaban fácilmente, especialmente con Jijí que era tan buenita y responsable. Jijí se la pasaba todo el día trabajando, de la universidad a las escuelas y después a su facu, porque ella seguía estudiando. Soñaba con ser una gran escritora... no, no, una gran crítica literaria, no, no... una gran profesora de la facu... bueno, Jijí no sabía bien qué quería ser, pero ellá seguía, firme, para adelante, metiendo materias aunque no entendía nada, pobre.
Un día Jijí tuvo que ir a una escuela de Vicente López o por ahí, (Jijí era de Belgrano y no conocía bien “las afueras de la ciudad”). Cuando llegó había un tumulto en la puerta. Las madres de los “teenagers” esperaban ansiosas algo. Jijí se mezclo entre las “mamis” para ver qué era lo que pasaba, cuando en realidad tenía que entrar, organizar los cursos de capacitación e irse. Pero Jijí siempre fue muy sociable y le gustaba “to mingle mingle”. Una madre, con cara un poco demacrada, vestida con calzas y chancletas le explicó: “Mi hija está haciendo el bachillerato internacional, que no es cualquier cosa. Le abre muchísimas puertas para trabajar en el exterior. Estamos esperando los resultados de los exámenes. Esto es un antes y un después, ¿entendés?.”
Jijí, paradita en medio de todas las madres se quedó atónita, ¿qué era eso de lo que le hablaban estas viejas? “¡No lo creo! No creo que haya algo mejor que el colegio de monjas putarracas al que fui!!! Todo el día nos tenían cortitas, trabajando, sin poder hacer nada divertido nunca! ¿Todo para qué?? Yo tendría que haber seguido esto.” Jijí no entendía mucho si eso era bueno o malo, pero tenía la sana costumbre de pensar que cualquier cosa era mejor que lo que ella había hecho (¿bueno, a veces quería pensar eso para ser buenita...), siempre manteniendo la sonrisita. “¡Bueno, chicas, un gusto conocerlas, cherrios!- dijo Jijí con su mejor cara, mientras tiquitiquitiqui... corría a encontrarse con los “profes” que no la esperaban con demasiado entusiasmo... “ ¡Hola a todos!!! ¡Traje el “study material”!! ¿Listos para trabajar?”
“ ¿Escuchame piba, por qué no te dejás de joder y nos traés el certificado del curso de una buena vez por todas? ¡Me tenés las pelotas llenas hablándonos en inglés!” – le contestó un profesor de lo más desagradable. Jijí no le dijo nada, porque aunque a veces piensa cosas feas de la gente, cuando tiene que contestar es como que se queda un poco dura, sin palabras. Sólo pudo decirle “por favor, no me hable así señor, que yo con usted soy muy respetuosa” (aunque muy adentro pensaba “¡I say la puta! ¡puto de mierda, sos un reputo de mierda, mf!), mientras le caía una lagrimita imperceptible por la mejillita llena de pecas... vaya una a saber por qué.
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3 comentarios:
por momentos me hace reír mucho. me gusta tu sentido del humor, y también las onomatopeyitas que usás, piripipí..
je! mientras nos riamos y no lloremos... gracias!
A mí también me gusta, che, el estilo, obvio... Del personaje leeré con curiosidad sus anécdotas y esperaré con ansias su metamorfosis/erupción.
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