¡Ay Jijí! ¡Encerrada en el baño, solita mientras sus lagrimitas caían, tiptiptip, formando un charquito en el piso! Mientras el charquito crecía más y más su mente se iba lejos, recordando la primera vez que se encerró en el baño. Esa vez no había sido a propósito, había sido un accidente que se transformaría en hábito.
Había ido con sus compañeritas de séptimo grado de visita guiada a La Serenísima. El día parecía prometedor. Tenían que ir con equipo de gimnasia así que Jijí se puso sus mejores pantalones y limpió sus zapas de cuero con la pomada incolora. ¡Se sentía especialmente feliz! Cuando se subieron al micro las seños contaron a las 25 alumnitas sentadas de a dos en el micro escolar. Jijí se sentó en la segunda fila esperando que alguien se sentara con ella, pero como era habitual se quedó sola. ¡No iba a permitir que eso le arruinara el día! Ya estaba acostumbrada a esas cosas, además, ¿para qué sentarse con esa manga de idiots que se creían mil porque tenían equipos de música en los que se podía meter hasta 5 cds juntos?
Cuando llegaron a la planta, hicieron el primer recorrido y después tomaron un desayuno en el comedor. Antes de continuar con la visita, Jijí le dijo a unas compañeras:
-¡Chiquis, esperenme un minutito que voy al baño! Plis! ¡No se vayan sin mí!
-¡Uy, dale Jijí, ya nos estamos yendo! ¿Por qué no fuiste antes?-
Mientras la gordita le conestaba de mala gana mascaba un Bazzooka sabor sandía apestaba.
“Gorda puta -pensó Jijí- te voy a meter uno por uno los cinco cds de tu compactera o como mierda se llame en la boca. Pero eso pensó, porque decir, decir no dijo nada. Se quedó calladita , frunció la boca y se fue corriendo al baño.
Sola en el cubículo del inmaculado baño de La Serenísima, sintió una puntada en el estómago y no era del Serenito sabor dulce de leche, eso estaba segura, porque nunca le caía mal.
Sentada ahí, solita, se imaginaba otro mundo, en donde todos la admiraban y trataban como una reina. Se veía subida a un podio recibiendo algún premio de gran escritora, mientras decía algún chistecito con un guiño “extra special” que hacía reir a los más despiertos. Ella sabía que ese día iba a llegar prontito, sólo era cuestión de perseverancia y mucha disciplina, ya se lo habían inculcado en sus viajes por los States.
La cabecita de Jijí, positiva, esperanzada, pensaba en el éxito y el amor que la esperaban en su vida cuando se dio cuenta de que ya hacía 15 minutos que estaba en el baño. Decidida a seguir, triunfal, su visita por La Serenísima, quiso abrir la puerta del cubículo de una patada, cuando oh sorpresa, se dio cuenta de que estaba trabada. Primero Jijí se asustó, pero enseguida se tranquilizó pensando que pronto se darían cuenta de su ausencia y la vendrían a buscar. Mientras esperaba sentadita en el inodoro, siguió pensando. Pensó en lo mala que era la pomada que sus zapas ya estaban sucias otra vez, en los kilos y kilos de Serenito que se producían por día, en que la gordita de los 5 cds se los podría comer todos si la dejaban... Más que nada, pensó en la gordita:
-Gordita putañera, ¿qué se cree? ¿Que esas calzas rosa fluor que usa en los bailes le quedan bien? ¡Qué mal gusto!
¿Por qué nadie venía a buscarla? ¿Por qué nadie la sacaba a bailar lentos? ¿Por qué los micros escolares son blancos y naranjas? Ya había pasado una hora y nadie venía, ni siquiera para usar el baño. ¡Ufa! Jijí se estaba poniendo nerviosa. Esperó y esperó, hasta que se quedó dormida, sentadita en el inodoro.
A eso de las 4 de la tarde una voz la despertó sobresaltada: era la señorita Graciela, la maestra de matemáticas que le hablaba a la seño de Ciencias Sociales mientras se prendía un pucho:
-Mirá Susana, ya te digo, la docencia te consume, no me la banco más. Mañana hablo con Adriana para empezar el trámite para el pase a tareas pasivas.
-Vos lo que tenés que hacer es pedirte la licencia, ¿vistes? Después decidís. Mirá que en las pasivas, tendrías que trabajar con María del Carmen y esa ya viste como está desde que se le fue el marido... Ojo, no te digo que te pidas licencia por depresión porque te jubilan antes de tiempo.
-¡No! ¡De ninguna manera! Me la pido por lo del ojo. ¡Ay! ¿Vos sabés si yo me casaba con el salteño? Ahora estaba viviendo lo más bien sin terminar reventada todos los días pero no...
Jijí decidió interrumpir la charla, aunque le parecía de mala eduación -sus padres le habían enseñado bien- pero sino se iba a quedar encerrada de por vida y eso no le parecía muy cómodo:
-¿Seño? Soy yo, Jijí. Acá adentro, en el cubículo de la derecha, me quedé encerrada...
-¡Pero Jijí! ¿Será posible? ¡No puede ser que siempre te metas en problemas! A ver... subite al inodoro que voy a abrir la puerta de un golpe...
Jijí se subió y se tapó la carita con las manos, esperando sentir el golpe seco. De repente: ¡Pum! Se abrío la puerta y golpeó contra el inodoro. Jijí se descubrió la cara, percibía que ese golpe y la siestita del inodoro habían cambiado algo en ella. Sólo podía pensar en la gordita de los cds y cómo no había avisado a nadie. La puntada en el estómago volvió pero también su carita se iluminó con una sonrisa. Se sentía Scarlett en Lo que el viento se llevó. Se acomodó el pelo y salió con la cara en alto, como si la hubieran rescatado de uno de esos pozos en donde se caían chiquitos que tenían que ser sacados por otros chicos porque eran muy estrechos para un adulto.
Jijí, estaba decidida, tenía muchas plantaciones en juego y no era cosa de dejar que una gorda se las comiera todas... Iba a tener que actuar, aunque fuera solo un poquito...
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2 comentarios:
Che, ¿y Jijí le tiró un serenito en el ojo a la compañerita malvada? No parece su estilo, pero se lo merecía, ¡qué crueldad! Los chicos pueden ser bien guachos, ¿eh?
Afortunadamente Jijí es tranquila y se quedó Serenísima (cuaaaak).
Saludos
KILL JIJI KILL!!!!
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